Te miro
Vives una historia única, la explosión de originalidad permite desarrollar nuevas terminaciones nerviosas que te hace atravesar caminos emocionales nunca experimentados.
No te hace vivir una experiencia acotada con principio y fin, sino que te abre un cambio que nunca podrás revertir.
Te hace sentir tan único como son tus propias vivencias en combinación con lo que tú te quedas en ese oceano de pensamientos resultantes.
Amaneces al día siguiente, diciendo: ¿qué ha pasado?
Saboreas la diferencia, lo ves todo con un mismo color pero que te produce distinta sensación. A veces de manera entusiasta, otras depresiva.
No sólo existe la visión del instante, sino también de la huella del cúmulo de muchos rayos de luz. Esos causan cada vez más extragos, llevas una constante selección inconsciente de lo que te quedas, de lo que eres. El público es pesado, te arrastra con su melancolía a quedarte como estabas, y el extremismo te lleva a ser lo que eras, filtrado y exagerado por antonomasia.
Te miro y sufro por la distancia, por no conservarte, pero no sé si es mi sensación o tu color.
No puedo cerrar los ojos a lo que me viene, no puedo cambiar lo que no es mio, pero ¿puedo cambiar contigo, para no perder la cercanía que te hacía diferente?
¿Lo importante es conservarse, y apartar lo influyente, dejando atrás lo que no es compatible? o, ¿cambiar lo que ha perdurado por lo que eres, y te identifica? o bien, ¿ir por encima de la compatibilidad y de ti, y ser por si mismo, sin cuestión ni forma, sólo eso, nada y todo al mismo tiempo?