Leyenda
¿Recuerdas lo que podías hacer?
Siempre ese pasado acuoso y pastel, tiene un tinte romántico lleno de impresiones que enamora, pero que en su momento no tiene valor, y ahora por ser leyenda quieres volver a él.
Eso sí, hay una cierta leyenda que narra que antes de ella no hubo ninguna, que su vivencia fue tan natural como sobrenatural. En la cual, las cosas ocurrían por si solas y no había ni miedos ni alegrías pasadas, ni comparaciones ni aspiraciones, ni malos ni buenos. Los acontecimientos no eran dignos de ser recordados, sino de ser vividos. Los personajes no tenían identidad propia, no era necesario, tenían caracteristicas tópicas que hacían de ellos seres altamente agraciados, y que todos disfrutaran de todos. Cada paso era una proeza, y un lloro la nada. No faltaba la energía, ni el descanso, la novedad amanecía en sus ojos sin necesidad de deseo ni gracia.
¿Y cuando acabó la leyenda? Nadie lo sabe, está en un punto abstracto y difuso, como ella misma, que impide desvelar sus secretos. Los entendidos creen que existió un momento en que alguien miró atrás y la recordó, creando la leyenda y al mismo tiempo poniendole su fin.
Ese recuerdo creador y destructor, es el que amamos y odiamos con resignación, rebuscando y queriendo mantener lo que teníamos, lo que hacíamos y lo que sentíamos, intentando volver a ser lo que eramos.